La dependencia se consolidó principalmente porque la invasión europea trajo consigo el establecimiento de relaciones de producción capitalistas y con ellas el cambio en el uso de la tierra. Los predios que tradicionalmente se usaban para los cultivos de subsistencia, se dedicaron al cultivo comercial para la exportación (caña de azúcar, añil, cacao, tabaco y finalmente café, distrajeron mano de obra y tierras de manera masiva).
El trabajo de sometimiento y dependencia a la metrópoli que se inició con el establecimiento de la agricultura comercial y el cambio de los hábitos alimenticios, lo culminó el ejercicio de la violencia. Tal es el caso de la tala de olivares y árboles de morera en México, ordenada por el Rey Carlos III en real cédula de 1774, para obligar a las colonias a depender del consumo de aceite de oliva español y hacer colapsar las tejedurías de seda establecidas en Oaxaca desde principios del S. XVII. Y tal fué también la razón para crear el monopolio comercial de la llamada Compañía Guipuzcoana en Venezuela: España se había incorporado al liberalismo económico que por aquel tiempo estaba naciendo en Francia (Quesnay 1694-1774) e Inglaterra (Adam Smith 1723-1790). También estaba preparando con ello el colapso de su propio poderío imperial en América. Es obligado señalar las semejanzas de aquel período de nuestra historia con el actual renacimiento de las luchas por la soberanía en todo nuestro continente, desatado también por la imposición violenta del neoliberalismo en todos nuestros pueblos.
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